
Un saxofonista toca un solo navideño en la calle Melancolía esquina calle del Olvido, la gente corre con bolsas llenas de regalos y Santa Claus roba el lugar que le corresponde a Gaspar y sus colegas. Mientras, yo me desespero en un inútil y navideño atasco y miro como la gente lanza monedas sobre la caja de cartón de un hombre triste y sucio que pide limosna en la entrada de unos grandes almacenes. Los buenos samaritanos ya tenemos la conciencia tranquila, hemos dado limosna a un pobrecito, e incluso hemos donado los viejos juguetes a la parroquia para que los mande a los más necesitados.
Pero los niños ríen y esperan impacientes la llegada de los regalos, con esto es suficiente, vale la pena hacer el esfuerzo y estar feliz. Al fin y al cabo, es Navidad.
y ya se sabe que en Navidad la magia está servida...
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